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:: JARDINES CHINOS







China es un país con multiplicidad de jardines y sobre todo en el sur, abundan los jardines pintorescos. Recorrerlos es un goce infinito, pues no sólo el paisaje es cautivante, sino también es muy particular su estilo arquitectónico.
En octubre del año 2000, viajé a Suzhou durante mis vacaciones. Por primera vez tuve oportunidad de contemplar el pintoresco paisaje de esa ciudad. Allí se encuentran dos de los 4 jardines más famosos de nuestro país. Uno es el Jardín de Liu y el otro Jardín el de Zhuozheng.
Limitada por el tiempo, sólo recorrí el segundo. Sin embargo, quedé profundamente impresionada por su diseño, las plantas, las piedras y todo su paisaje.
El jardín chino es irregular, asimétrico e imaginativo. No tiene un eje central ni un panorama general. Es un paseo que varía; es cada vez distinto para el propio caminante; nunca revela por completo su composición y así conserva el encanto de lo secreto.
Procura el contacto con la naturaleza, la combinación de diversos elementos: luces y sombras, construcciones y plantas, estanques y piedras. Y aunque estén cercados ofrecen una permanente sensación de libertad.
En los grandes jardines, como por ejemplo, el de Zhuozheng, uno se desplaza por galerías, pabellones, kioscos, miradores, escaleras, puentes y montañas de piedras decorativas. Todo el encanto reside en el cambio del paisaje conforme se avanza.
Rocas imponentes forman una montaña artificial, una cascada aparece en lo alto, un pabellón asoma por entre las ramas de los árboles de la colina, todo esto atrae infinidad de miradas.
Flores próximas al agua, un kiosco al pie de una colina, peces dorados que se descubren como por azar bajo el arco del puente, atraen las miradas curiosas. La naturaleza del jardín y su extensión determinan hacia dónde se dirigen las miradas.
Los árboles destacan por su belleza, por sus formas como elementos de una composición, no interesan por sus especies, pues no se trata de un jardín botánico.
El diseño tiene reglas, pero no fórmulas fijas, es semejante a la composición de un poema, pocos versos pueden contener sugerencias infinitas e incentivar la imaginación y el ensueño.
Se integra lo palpable y lo impalpable: sombras de las nubes, reflejos del agua, murmullo del viento o de las cascadas. La concisión ayuda a olvidar la fatiga, mientras que la ilusión del espacio disimula las restricciones del terreno y ofrece algo más a la mirada.
Otra técnica es la de apropiarse del paisaje exterior. Los nevados lejanos, las montañas cercanas, los árboles vecinos pueden integrarse al jardín de manera calculada para embellecerlo. Un ejemplo famoso de esta técnica es el "Palacio de Verano" de Beijing.
Las distantes Colinas del Oeste y, sobre todo, la "Colina de la Fuente de Jade" con su torre en la cumbre, parecen formar parte del parque dando una sensación de amplitud que viene desde fuera.
En China, además de los jardines, los pabellones constituyen una nota muy popular de los paisajes.
Situados sobre lo alto de una colina, en una isla, en un lago, junto a una laguna o un arroyo, próximos a la cabecera de un puente, en un jardín tranquilo, en un cruce de caminos, al costado de una avenida, en un pórtico o un corredor, los pabellones son una invitación al descanso y a la recreación. Según los registros históricos, los primeros pabellones chinos tienen una antigüedad de 1500 años.
El techo del pabellón clásico de China semeja un parasol, cuyas aristas rematan en una espina curvada hacia arriba. Los techos están revestidos de tejas esmaltadas de brillantes colores, y sus columnas de color rojo, la decoración de sus vigas o pilastras, lo mismo que sus balaustradas y cimientos de mármol blanco constituyen un conjunto muy armonioso y sumamente atractivo.
En los jardines del sur de China, los pabellones tienen techos con declives escarpados que se curvan en forma pronunciada y están cubiertos con tejas de color azul gris: sus columnas y vigas barnizadas con laca produciendo un efecto muy vivo y gracioso.
En cuanto a los materiales empleados en la construcción cabe señalar que eran tan variados como las mismas formas. En China hay dos pabellones de bronce, uno en Kunming, fundado en 1670 y otro en el Palacio de Verano de Beijing.
Los pabellones chinos han sido concebidos para cumplir dos funciones: servir de lugar de descanso para los viajeros y ser un complemento esencial para dar más belleza al paisaje. Por eso, la elección del lugar para los pabellones desempeña un papel importante.
Los jardines imperiales del norte de China se caracterizan por ser espaciosos y de terreno amplio. Por ejemplo, en el pabellón de Zhichun, situado al este del lago Kunming del Palacio de Verano, los viajeros pueden contemplar el panorama grandioso de la Colina Wanshou y la pequeña isla.
En el sur de China, debido al espacio limitado de los jardines privados, se utilizaron toda clase de métodos de diseño para lograr una buena proporción y armonía.