Según la doctrina del budismo zen, el hombre debe aspirar a vivir en armonía consigo mismo. Esto se logra por medio de la meditación, y un jardín semejante, creado según directrices especiales, se presta por excelencia a este fin. Un jardín zen sirve de maravilla para tranquilizarse sin distracción y en armonía con el entorno. Su mayor ventaja desde luego no está en el mantenimiento del mismo. Al contrario: una vez creado, éste se debe dejar en paz, para sólo disfrutar de su presencia.
Una vuelta al pasadoYa en el siglo V, la gente en el Japón se iba a las montañas para disfrutar pasivamente del entorno. En los lugares más bonitos colocaban guijarros blancos alrededor de árboles y rocas. En realidad éstos fueron los primeros jardines zen.
Alrededor del siglo X cada vez más personas empezaron a creer en la doctrina del yin y yang, bajo la influencia del budismo emergente. Yin y yang representan lo negativo y lo positivo, lo masculino y lo femenino. Estos dos polos deben estar siempre en equilibrio y el hombre puede jugar un papel crucial al respecto.
Una vuelta al pasadoYa en el siglo V, la gente en el Japón se iba a las montañas para disfrutar pasivamente del entorno. En los lugares más bonitos colocaban guijarros blancos alrededor de árboles y rocas. En realidad éstos fueron los primeros jardines zen.
Alrededor del siglo X cada vez más personas empezaron a creer en la doctrina del yin y yang, bajo la influencia del budismo emergente. Yin y yang representan lo negativo y lo positivo, lo masculino y lo femenino. Estos dos polos deben estar siempre en equilibrio y el hombre puede jugar un papel crucial al respecto.