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Sin regularidad ni ordenEn Europa las zonas verdes se caracterizan por una rígida simetría. Precisamente esto es lo que falta en un jardín zen. La tranquilidad no debe proceder de la regularidad y las repeticiones, sino del enfoque que conecta con la propia naturaleza. Así que se trabaja siempre con cantidades impares. Por ejemplo, con 15 bloques de roca divididos en grupitos de 7, 5 y 3, al parecer surgidos accidentalmente. Sin embargo, juntos sí que forman una unidad.
Por otra parte, esta disposición de los bloques de piedra es todo un arte, que debe cumplir unos principios muy estrictos. El simbolismo tiene gran importancia. La arena rastrillada, por ejemplo, representa el océano y la ausencia de pensamientos. El agua corriente es como la fuente de la vida. Si deseas profundizar en los fundamentos de la jardinería zen, te aconsejamos que leas algunos libros sobre el tema. Pero sin sumergirte en estos manuales seguramente también merece la pena crear tu propio 'jardín de meditación' oriental.