Los jardines italianos
El Renacimiento supuso una ruptura con el esquema artístico precedente y un acercamiento a la tradición antigua. El arte de los jardines, que tantos elementos toma de la naturaleza, se vio afectado por estos planteamientos renovadores. Según dicen los expertos, el jardín del Renacimiento constituye un intrigante sistema conceptual que requiere un complejo código interpretativo debido a las múltiples funciones que llegó a reunir. De alguna manera se quiso evocar los jardines antiguos de los que tan sólo se conocían detalle a través de la literatura.
Fue en Italia, a comienzos del siglo XVI, cuando la concepción y construcción de los jardines se liberó de la carga medieval.
Los especialistas distinguen tres periodos: el del origen de este tipo de construcciones, que abarcaría desde 1450 a 1503; la época del esplendor, desde 1503 a 1650; finalmente, la etapa de decadencia, que llenaría el siglo XVII y parte del XVIII.
Los de Pisa y Padua fueron posiblemente los primeros, a los que siguieron los de Florencia, Pavía, Bolonia y Messina. De alguna manera, el principal propósito científico y práctico de un jardín botánico requería que nada se dejara a la improvisación. La multiplicidad de especies de plantas que podrían albergar obligaba todavía más al uso de la división geométrica para mantener un orden. Así, el cuadrado, que se consideraba como un ejercicio simultáneo de poder y un método de conocimiento, era la manera de organizar la multiplicidad, de proveerse de una herramienta potente de investigación y aprendizaje.
El hecho de que estos jardines se destinaran a tareas tan concretas, hizo disminuir la importancia de los criterios estéticos, aunque no se eliminó por completo el elemento “belleza” tan presente en los jardines de las villas o de las casas de campo. Fuentes, grutas, cascadas, mecanismos hidráulicos complejos, disminuyeron o desaparecieron por completo; el agua sólo debía cumplir la misión de riego.
Jardín botánico de Pisa