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La colección de palmeras del Jardín Botánico de la Universidad de Valencia es una de la mejores de Europa. Podemos encontrar, dispersas por los cuadros que componen el Jardín, mas de 150 especies cultivadas al aire libre o en invernaderos. Un gran número de ellas se encuentran en estado adulto, superando algunos ejemplares los 150 años.Podemos destacar entre otras, por su edad, porte y singularidad, un ejemplar multicaule de palmera datilera (Phoenix dactylifera L.) con unos 33 brazos que, como suele ocurrir con los ejemplares remarcables tiene nombre propio: La Carcasa. También citaremos 4 ejemplares de Sabal domingensis Becc. en estado adulto, únicos en Europa; y la palmera más alta del jardín, una Washingtonia robusta Wendl. que supera los 35 m de altura.En las actuaciones sobre las palmeras intentamos respetar al máximo la biología y la arquitectura de la planta. Los trabajos de poda se realizan de forma individualizada y en función de las necesidades de cada especie e individuo: situación, estado biomecánico, fisiológico, etc. Sólo se poda cuando hay peligro de desprendimiento de hojas secas, normalmente en periodos de entre 3 y 5 años.La poda es llevada a cabo durante la primavera y el verano, eliminando sólo las hojas muertas o como máximo una corona de hojas verdes (quitar más hoja verdes y funcional se traduce en un estrés alimenticio y el estrechamiento del tronco), las inflorescencias secas y las que causan molestias, dejando el resto.El sistema de ascensión más utilizado, debido a las características del Jardín, que no permite en muchos emplazamientos la entrada de grúas, es la bicicleta. Este sistema de seguridad, fue introducido en España por los técnicos del Jardín en 1989, se usa con una eslinga de acero y un arnés, es seguro y cómodo para el podador e inocuo para la palmera.De forma tradicional, en la Comunidad Valenciana, se ascendía a la palmera con la única protección de una cuerda de fibras vegetales trenzadas, pasada por la espalda, con los pies descalzos o con un calzado ligero de esparto. Evidentemente era un trabajo muy peligroso y había bastantes accidentes, sin embargo, era respetuoso con la palmera ya que no dañaba su tronco. En otras regiones y países, está muy difundido el uso de las espuelas. Este sistema de ascensión daña irreparablemente los estípites, generando grandes agujeros que comprometen la biomecánica y la estabilidad futura de la planta, al mismo tiempo que la seguridad del podador.El Jardín ha sido pionero en la formación y especialización de los profesionales de la poda de palmeras, mediante la realización de cursos específicos de tratamiento y manejo, la aplicación de sistemas, técnicas, materiales y herramientas de seguridad para desarrollar este trabajo con garantías. Esta labor continuada en la difusión de conocimientos, técnicas y materiales, a terminado por implantarse en otros países de la Europa mediterránea, haciendo posible una mejora sustancial en la calidad y seguridad de los trabajos.En 1995 se desarrollo la técnica y se llevo a cabo en la Washingtonia robusta Wendl. más alta del jardín, el primer simulacro europeo de rescate de un podador herido en altura, primeros auxilios y evacuación.Técnicos especialistas José Plumed y Vicente Isach.